Haga un paralelo entre los temas, colores y matices utilizados por los pintores de la epoca en sus obras.
El beso
La Libertad guiando al pueblo (Louvre), lienzo de Eugéne Delacroix (1798-1863), máximo representante de la pintura francesa romántica. Por su enorme espíritu de independencia y su amor a la libertad, también Beethoven (Novena sinfonía-Himno a la alegría) fue muy sensible a los ideales revolucionarios de libertad, igualdad y fraternidad.
MÚSICA
El himno a la alegría, actual himno de Europa, fue inspirado en la Novena Sinfonía.
Puedes escuchar una versión en este enlace:
HIMNO A LA ALEGRÍA
http://www.youtube.com/watch?v=1AAPX-ili0Y
El himno a la alegría, actual himno de Europa, fue inspirado en la Novena Sinfonía.
Puedes escuchar una versión en este enlace:
HIMNO A LA ALEGRÍA
http://www.youtube.com/watch?v=1AAPX-ili0Y
Caminante sobre un mar de nubes. Fiedrich.
Pesadilla nocturna
“Ofelia”, John Everett Millais, 1851-1852
Pintura basada en la obra Hamlet de William Shakespeare.
Pintura basada en la obra Hamlet de William Shakespeare.
Al final del acto cuarto de Hamlet la reina Gertrudis cuenta a su marido y a Laertes la muerte de Ofelia:
Hay un sauce de ramas inclinadas sobre el arroyo
que en el cristal del agua deja ver sus hojas cenicientas.
Con ellas hizo allí guirnaldas caprichosas,
y con ortigas, y margaritas, y esas largas orquídeas
a las que los pastores deslenguados dan un nombre grosero,
pero nuestras doncellas llaman dedos de muerto.
Cuando estaba trepando para colgar su corona de hojas
en las ramas sesgadas, una, envidiosa, se quebró,
cayendo ella y su floral trofeo
al llanto de las aguas. Su vestido se desplegó,
y pudo así flotar un tiempo, tal como la sirenas,
mientras cantaba estrofas de viejos himnos,
como quien es ajeno al propio riesgo,
o igual que la criatura oriunda de ese elemento
líquido. No pasó mucho tiempo
sin que sus ropas, cargadas por el agua embebida,
arrastraran a la infeliz desde sus cánticos
a una muerte de barro.
Hay un sauce de ramas inclinadas sobre el arroyo
que en el cristal del agua deja ver sus hojas cenicientas.
Con ellas hizo allí guirnaldas caprichosas,
y con ortigas, y margaritas, y esas largas orquídeas
a las que los pastores deslenguados dan un nombre grosero,
pero nuestras doncellas llaman dedos de muerto.
Cuando estaba trepando para colgar su corona de hojas
en las ramas sesgadas, una, envidiosa, se quebró,
cayendo ella y su floral trofeo
al llanto de las aguas. Su vestido se desplegó,
y pudo así flotar un tiempo, tal como la sirenas,
mientras cantaba estrofas de viejos himnos,
como quien es ajeno al propio riesgo,
o igual que la criatura oriunda de ese elemento
líquido. No pasó mucho tiempo
sin que sus ropas, cargadas por el agua embebida,
arrastraran a la infeliz desde sus cánticos
a una muerte de barro.
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